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jueves, 31 de agosto de 2017

SEÑALES DE ABANDONO EMOCIONAL...

Cuando escuchamos la palabra "Abandono", rápidamente viene a nuestra mente la idea de dejar a alguien, ignorarlo o no hacerle caso; sin embargo cuando hablamos del aspecto emocional, a veces no tiene que ver directamente con la parte física. Por esta confusión he decidido traer este tema, porque muchos padres están abandonando a sus hijos, y no precisamente por no estar con ellos, sino por no hacer caso de sus necesidades emocionales de cariño y atención.

Este problema se agudiza en nuestros días y por esta razón, resulta necesario mirar hacia su existencia para promover soluciones, ya que sus estragos en la vida adulta se verán reflejados de muchas maneras y en diversas conductas. Así que para que los padres que desconocen este problema, sepan de que se trata y así empezar a hacer los ajustes necesarios para evitarlo.

Espero que esta información sea útil y la puedan compartir, mientras yo los espero en otra entrada más de este espacio, su espacio: "El Rincón de los padres".

Atentamente:
Psic. Nicolás Sánchez E.



Abandono Emocional Infantil: 7 Señales para Reconocerlo
Por Psic. Cinta Martos Silva

El abandono emocional infantil se define como la falta persistente de respuestas a las expresiones emocionales (sonrisas, llantos) y los comportamientos de aproximación o interacción que inician los niños. Además de la ausencia de inicio de estos comportamientos por las figuras de apego principales (los padres).

Jorge siente en el fondo de su corazón que no encaja allá donde va. A pesar de tener una vida aparentemente satisfactoria, le acompaña una sensación de vacío permanente. ¿Qué es lo que falla en mí? -Se pregunta- ¿Por qué los demás pueden estar bien y yo no?

Volviendo atrás en el tiempo y aterrizando en los recuerdos de su infancia, nos damos cuenta de algo: Jorge sufrió abandono emocional.

Los padres de Jorge eran adictos al trabajo y casi no tenían tiempo libre. Le querían, pero cuando éste tenía algún problema en la escuela no se daban cuenta. Al igual que cuando sacó un sobresaliente en el examen de lengua, aquél que dedicó tanto esfuerzo.

De esa forma, Jorge aprendió desde pequeñito que no tenía a nadie con quien compartir su alegría o su tristeza.

Visto en general, normalmente son hechos que la persona no recuerda o que no asocia con lo que le ocurre actualmente. Lo que acaba causando que estos individuos se culpen a sí mismos de su malestar.

Además, a diferencia de la negligencia o el abuso físico, el abandono emocional no deja huella observable y, por tanto, es difícil de identificar. Este fenómeno tristemente es ignorado en numerosas ocasiones, y quienes lo han padecido sufren en silencio sus repercusiones. Con frecuencia estas personas sienten que sus emociones no son válidas y tienen que encerrarlas.

Aunque, también se puede ejercer abandono emocional con muy buenas intenciones motivadoras: como procurar que sean los mejores en el colegio o destaquen en algún deporte.

De hecho, puede tomar múltiples formas, desde la imposición de expectativas exageradamente altas a los hijos hasta ridiculizar o ignorar sus opiniones.

¿Qué conducta provocan el abandono emocional?

– Ausencia de caricias, o impedir las muestras de cariño.
– No jugar con los hijos.
– Reñir al pequeño cuando llora o muestra alegría.
– Padres que reprimen sus sentimientos y no hay una adecuada comunicación.
– Indiferencia ante cualquier estado de ánimo del hijo.
– Falta de apoyo, valor y atención a las necesidades del niño, ignorando sus preocupaciones o intereses.

¿Qué señales ayudan a reconocer el abandono emocional?

1- Problemas para identificar y comprender las propias emociones y las de los demás

Cuando vemos que una persona tiene problemas para expresar cómo se siente (por ejemplo, parece impasible cuando le ha ocurrido una desgracia), puede ser una señal de que ha sufrido abandono emocional. Esto ocurre porque de pequeño cuando ha expresado lo que sentía ha sido avergonzado, reñido o, simplemente, ignorado.

Así, la persona aprende a esconder lo que siente hasta el punto de que, aunque quiera expresar sus emociones, no es capaz. Principalmente porque cuando siente algo no sabe exactamente qué etiqueta emocional ponerle y por qué se está sintiendo así.

No dedica tiempo ni atención a sus emociones ni a las de los demás (al igual que hicieron sus padres) y esto aparentemente parece que no es negativo, pero puede poner en riesgo nuestra salud mental. Porque si no se expresan los sentimientos, no los eliminamos, sólo quedan ocultos y sin resolver.
Se sabe que encerrar emociones negativas durante mucho tiempo hace probable la aparición de trastornos de ansiedad, depresión y sintomatizaciones. Esto último quiere decir manifestaciones en la salud (como dolores) que no tienen una causa física, sino que son reflejo de conflictos psicológicos.

Cómo solucionarlo: Lo ideal para solucionar esto es trabajar las emociones. Te preguntarás: “¿las emociones pueden entrenarse?” Por supuesto, a través del desarrollo de la inteligencia emocional.
Este concepto implica la habilidad de sentir, comprender, manejar y cambiar nuestro propio estado de ánimo. Así como detectar, comprender y reaccionar de manera adecuada a las emociones de los demás.

Algunas actividades para niños que fomentan la inteligencia emocional es la imitación de estados de ánimo, dibujar expresiones faciales que indiquen ciertas emociones o música o películas.
Para adultos se pueden utilizar la alfabetización emocional, o ampliar el abanico de emociones existentes, haciendo que utilice más etiquetas para definir cómo se siente. Trabajar habilidades sociales y técnicas para ser asertivo  con los demás o Ejercicios de relajación son algunos artículos que te pueden ayudar.

 2- Dificultades para confiar en los demás

No es de extrañar que estas personas no se sientan cómodos del todo con los demás y menos en el plano emocional o afectivo. Tienen miedo de mostrarse vulnerables o de mostrar cariño o enfado.
Esto ocurre debido a que, en el pasado, no han sido recompensados (o se les ha castigado) cuando expresaron sus sentimientos.

Por eso, actualmente temen que los demás rechacen sus muestras de afecto, y hagan lo mismo que hicieron sus padres: burlarse, minimizar o ignorar sus expresiones emocionales.
Esto se traduce en desconfianza de los otros, acompañada de una sensación de soledad, ya que no tienen con quién “abrirse” del todo y ser ellos mismos por completo.

Cómo solucionarlo: no hay que tener miedo de compartir sentimientos con los demás. Se puede comenzar por personas más cercanas y por emociones más simples o positivas, intentando todos los días expresar algo sincero con contenido emocional a alguien.

Lo ideal para esto es elegir a personas que ya se abren emocionalmente contigo y confían en ti, y poco a poco perder el temor a expresarse ante otros.

Es bueno procurar expresar etiquetas diversas: hoy me sentí confuso/melancólico/fuerte/extraño/eufórico/incómodo… y ver cómo reacciona la otra persona. Seguro que la reacción es positiva y que ésta también expresa lo que siente.
Es ampliamente conocido que cuando hablamos de nuestras emociones con los demás creamos un ambiente de confianza en el que los otros también se sienten cómodos de hablarnos de sus sentimientos.

Otra manera de aprender a confiar en los demás es trabajar en uno mismo: aumentar nuestra seguridad y autoestima, asumiendo nuestro valor propio.

3- Sensación de vacío, “algo no va bien”

La mayoría de estos individuos llegan a la etapa adulta sin muchos conflictos. Sin embargo, en el fondo se sienten diferentes de otras personas y notan que hay algo que no funciona bien con ellos mismos, pero no saben con certeza el qué.

Permanentemente se sienten vacíos, a pesar de que las cosas le vayan bien. De hecho, muchas de estas personas tienden a desarrollar conductas adictivas para intentar sentirse mejor, como adicción a la comida, al trabajo, a las compras… así como alcohol y otras drogas.

Cómo solucionarlo: Primero, ser consciente del problema. Encontrar el origen, saber qué es lo que ocurre y por qué. El primer paso es reconocer que existió el abandono emocional, y tratar de identificar en el pasado las conductas de abandono que ejercieron los padres.

Así, la persona estará preparada para afrontar el problema y buscar solución. Lo mejor es acudir a terapia, a la vez que se procure desarrollar actividades enriquecedoras (como aprender a tocar algún instrumento o hacer algún deporte), evitando caer en comportamientos adictivos que sólo mantendrán el problema.

4- Autoestima baja e inseguridad

Sucede porque los individuos que han sido abandonados emocionalmente han asumido que sus estados de ánimo no tienen valor.

Algo tan importante de nosotros que no podemos desligar de nuestra persona, como son las emociones, no pueden encerrarse o ridiculizarse.

Esto termina por provocar una grave afectación en nuestro autoconcepto, afianzando las siguientes creencias: “cómo me siento no es importante para los demás, esa parte de mí no es válida” y “no merezco que los demás escuchen o se interesen por mis emociones” (ya que sus figuras de apego no lo hicieron).

Cómo solucionarlo: además de reconocer el problema, hay que procurar trabajar la autoestima y confianza en uno mismo. Sentir que uno es valioso, pase lo que pase, y que sus emociones son dignas de ser liberadas.

Ser consciente de nuestras cualidades, virtudes y logros y dejar de hacer las cosas por agradar a otros son dos recomendaciones.

5- Demandas excesivas de atención

Otra manifestación muy frecuente que encontramos son las constantes llamadas de atención, que se reflejan en reclamos desmedidos y expresiones continuas de recibir algo por parte de otros. Suelen pedir cosas que impliquen afecto y dedicación, aunque sea de manera simbólica.

Por ejemplo, si son niños pueden pedir a los padres que les compren cierto juguete o hacer travesuras que provoquen alguna reacción. También muestran tendencia a crear relatos fantasiosos donde él es el protagonista, el “héroe”.

En la etapa adulta se observará en deseos de resaltar sobre los demás, necesidad de ser escuchados o mirados, o el establecimiento de relaciones dependientes y tóxicas.

Esto es porque exigirán a una sola persona sacie todas sus necesidades y llene vacío emocional, aún sin resolver.

Cómo solucionarlo: la solución es sentirte poderoso por ti mismo, ganar autoestima, asumir que eres capaz de hacer grandes cosas sin necesitar la aprobación de los demás.

Puedes comenzar a dedicarle tiempo a la afición de tu infancia o aprender algo nuevo, procurar hacer más cosas solo, tener tu propio mundo e intereses; y por supuesto, establecer relaciones sanas.

6- Elevadas ansias de perfeccionismo

Unido a lo anterior, los individuos con abandono emocional pueden mostrar una exagerada necesidad de ganar o sobresalir entre los demás.

Esta autoexigencia puede causar daños si es extrema, y proviene de las ansias de llenar el vacío emocional y la baja autoestima. Así, creen que nada de lo que hacen es suficiente o no ven las cosas que hacen bien.

Otra posibilidad es que muchos de ellos han tenido padres exigentes que han rechazado u olvidado sus emociones para que no interfieran en otros logros, como los académicos.

Cómo solucionarlo: lo fundamental es conocerse a uno mismo, aceptarse con sus virtudes y defectos y reconocer que la perfección no existe. Hay que comenzar a ver las cosas positivas que uno ha alcanzado y que alcanza cada día.

7- Falta de empatía

Es lógico que, si en tu infancia no han sido empáticos contigo y no han atendido tus necesidades afectivas, cuando eres mayor tengas problemas para ser empático con los demás.
Hay personas que pueden llegar a ser crueles, ya que han crecido con la idea de que los sentimientos no importan.

También puede deberse a una incapacidad para detectar cómo el otro se siente y actuar acorde a su estado emocional. Por eso ante los demás parecen no tener compasión o ser de “hielo”. Realmente todo viene de la falta de experiencia, ya que nunca han intentado ponerse en el lugar de otro (ya que han visto que sus figuras de apego no lo han hecho con él).

Cómo solucionarlo: el entrenamiento en inteligencia emocional es una buena manera, además de trabajar nuestras habilidades sociales y aprender a escuchar activamente.

Se pueden hacer ejercicios mentales de intentar imaginar qué piensa la otra persona o qué le ha motivado a hacer lo que está haciendo, aunque no sea congruente con nuestra opinión.

El problema de estas personas no está en que tienen un fallo para empatizar, sino que han aprendido a “bloquear” esa capacidad que en el fondo todos poseemos.

En definitiva, en estos casos lo recomendable es buscar ayuda profesional para que nos guíe y nos motive a resolver el abandono emocional.

En caso de los niños, puede ser que se necesite psicoterapia familiar en la que tanto el pequeño como sus padres tienen que acudir.

Tipos de padres que abandonan emocionalmente a sus hijos

La mayoría de los padres que ejercen abandono emocional no tienen malas intenciones. Normalmente todo lo contrario, pero por los motivos que sean no cubren las necesidades afectivas de sus hijos como deberían. Por ejemplo, algunos han sufrido abandono emocional en el pasado y no lo han resuelto, de forma que siguen sin mostrar afecto a los demás.

Algunos de los tipos de padres que pueden provocar en sus hijos este fenómeno son:

– Padres muy autoritarios: son muy estrictos con las reglas y pueden mostrarse insensibles a las reacciones emocionales de sus hijos. Sólo premian a los pequeños por ser obedientes, ignorando el contacto afectivo o dejándolo a un segundo plano. Son reacios a dedicar tiempo a escuchar y comprender los sentimientos de los niños.

– Padres narcisistas: pretenden cubrir sus necesidades y cumplir sus deseos a través de sus hijos, como si fueran un reflejo de ellos mismos. Así, no importan las preferencias o sentimientos de los niños, no se tienen en cuenta, sólo miran lo que les beneficia a ellos.

– Padres muy permisivos: no establecen límites a sus hijos y les otorgan demasiada independencia. Esto en extremo no es adecuado para ellos porque se sienten desorientados sobre cómo guiar su vida en algunos momentos. Incluso el pequeño no sabe si realmente sus padres son muy permisivos o esa libertad es una muestra de que le ignoran y no se interesan por su bienestar.

– Padres perfeccionistas: siempre ven qué es lo que se puede mejorar y nunca es suficiente lo que sus hijos logran. Así, el pequeño siente que sólo puede alcanzar aceptación y amor a través de ser exitoso en todo, sin tener ningún valor cómo se sienten o qué necesitan.

– Padres ausentes: por varios motivos como muerte, enfermedades, separación, trabajo, viajes, etc. No forman parte de la vida de sus hijos y éstos crecen con otras figuras de apego como hermanos, abuelos o niñeras.

Sencillamente estos niños no tienen la oportunidad de conectar emocionalmente con sus padres.

– Padres sobreprotectores: puede ser una forma de abandono emocional coartar la iniciativa de los pequeños, reprimirles y fijarles miedos sin sentido. Una protección excesiva, acaba alejándoles de sus iguales y haciéndoles dependientes e inseguros.

Por otro lado, según Escudero Álvaro (1997) el abandono es un maltrato pasivo que puede ser total o parcial:

– Padres pasivos que abandonan emocionalmente: es el caso más extremo, y se trata de la ausencia continuada de respuestas a los intentos de interacción afectiva de los hijos. Esto ocurre con poca frecuencia y da lugar a trastornos de muy graves en los niños.

– Padres que ejercen negligencia en el cuidado psicoafectivo: en este caso se dan tanto las carencias de respuestas parciales a las necesidades emocionales de los niños, como respuestas incongruentes a éstas. Así, se genera un descuido de las necesidades de protección, estimulación y apoyo.

Sea como sea, el resultado es el mismo: una desconexión emocional entre el adulto y el niño, sintiéndose éste incomprendido e inseguro. Estos sentimientos harán de obstáculo para desarrollar una visión positiva de uno mismo y relaciones sociales adecuadas en el futuro.

FUENTE: www.lifeder.com



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